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domingo, 30 de agosto de 2009
El cinturón de seguridad
El cinturón de seguridad se utiliza cada vez menos
Está probado que reduce a la mitad el riesgo de lesiones, pero en la Ciudad su uso cayó un 20% respecto de 2004. En el conurbano se lo pone sólo el 24%. Y para los que viajan atrás, casi no existe.
Por: Sibila Camps
Si el ingeniero Nils Bohlin resucitara y viniera a la Argentina, pensaría que nuestro país quedó congelado en los '60, o bien incomunicado del resto del mundo: 50 años después de la puesta en marcha de su maravilloso invento, la mayoría de los conductores de vehículos no utiliza el cinturón de seguridad. Aún en la Ciudad de Buenos Aires, donde su uso es mayor, ha ido reduciéndose en los últimos años, a medida que aflojaron los controles. Según un relevamiento de la asociación civil Luchemos por la Vida, su uso se redujo un 20% en los últimos cinco años.
El cinturón de seguridad de tres puntos -el que se utiliza en la Argentina- fue presentado en 1958 por Bohlin. El mismo Bohlin y Bertil Aldman, jefe de pruebas y homologación de Volvo, demostraron con estadísticas de 28.000 accidentes que el cinturón de tres puntos salva vidas y reduce las lesiones en un 50 a un 60%. Consciente de la importancia de su invento, liberó la patente.
En la actualidad, en los países del Primer Mundo, las leyes no sólo exigen que todos los pasajeros viajen con el cinturón abrochado, sino también que todas las plazas laterales estén equipadas con cinturón de tres puntos y apoyacabeza, una combinación que refuerza la seguridad, sobre todo en caso de choque trasero. Además, la mayoría de los autos incluye un sensor que avisa si los cinturones delanteros no están abrochados.
En la Argentina sólo se requiere el de tres puntos y el apoyacabezas para los asientos delanteros, aunque la obligación del uso del cinturón también rige para todos los pasajeros. Y aún cuando las sanciones son importantes, el cumplimiento de la norma es cada vez más bajo.
Un relevamiento realizado durante este mes por Luchemos por la Vida, sobre 5.120 vehículos observados en Capital, mostró un 68% de cumplimiento en los conductores de autos particulares y un 63% en sus acompañantes del asiento delantero. Esto representa una reducción del 20% en comparación con 2004, cuando se iniciaron los controles: utilizaban el cinturón el 86% de quienes se sentaban al volante y el 83% de los acompañantes. "Los controles deben ser permanentes", reclama Alberto Silveira, de Luchemos por la Vida
Pero salvo los taxistas, los choferes profesionales, los más expuestos, son también los más temerarios: se ajustan el cinturón sólo el 35% en ambulancias, el 31% en camiones grandes, el 36% en camionetas y camiones medianos, y ningún conductor de patrulleros.
La irresponsabilidad crece fuera de la Capital: se estima que en el Gran Buenos Aires usa el cinturón el 24% de los conductores de autos particulares; el 17% en ciudades medianas y grandes; y apenas el 5% en pequeñas ciudades y pueblos.
En autopistas y rutas nacionales, en cambio, lo utiliza el 71% de quienes manejan su auto.
Fabián Pons, gerente general de CESVI, describe las consecuencias de un choque sin llevarlo puesto: apretado contra el volante, el conductor se expone a fractura de costillas, perforación de pulmones y lesión en el corazón; también puede sufrir heridas en la cabeza por golpear contra el parabrisas, desnucarse o salir despedido, al igual que el acompañante. Éste, sin cinturón, o incluso con él y con la butaca reclinada, puede experimentar el "efecto submarino" y terminar "plegado" -fracturado- en el hueco para los pies.
En los asientos traseros, se calcula que sólo el 5% de las personas se abrocha el cinturón. Suelto, en caso de choque frontal, "el pasajero es un proyectil: se destroza la cara contra el apoyacabezas y desnuca al de adelante", explica Pons. Si el vehículo es embestido desde atrás, se expone a "lesiones en la cabeza y en el tronco, por el efecto rebote, después del latigazo cervical", agrega. Además, en el 45% de los casos con lesiones graves o víctimas en las plazas traseras analizados por CESVI, se podrían haber reducido los daños o al menos, se hubiese evitado un desenlace fatal.
Por ley, los menores de 10 años tienen que viajar atrás, recuerda Eduardo Bertotti, del ISEV. Además, los niños de hasta 4 años deben estar en sillitas adecuadas a su edad, sujetas con los correajes correspondientes. "Pero el cumplimiento es bajísimo, por desconocimiento y porque las sillas buenas son caras -comenta Pons-. En la vida de un chico habría que tener tres sillas y, además, los amoladores, para que puedan usar el cinturón que viene en el auto".
Este medio siglo de experiencia ha demostrado que no existe ningún argumento válido para no utilizarlo. "Más de mil personas salvarían sus vidas cada año en el país, si se colocaran el cinturón de seguridad", calcula Silveira.
Fuente: www.clarin.com/extraído en 30/08/2009
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